El papel de los MacGuffins en el cine

En el cine, los MacGuffins tienen un poder especial, no por su valor real, sino por lo que provocan en la trama. Este es un recurso narrativo que motiva a los personajes y mueve la historia, aunque para la audiencia el objeto en sí mismo no sea importante.

Lo característico de un MacGuffin es que es intercambiable: podría ser cualquier cosa mientras cumpla su función narrativa de generar tensión, conflicto o curiosidad. El término se popularizó gracias a Alfred Hitchcock, quien en 1939 afirmó que “en historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos”.

Uno de los MacGuffins más icónicos es “Rosebud” en Ciudadano Kane (1941). El trineo no tiene valor real, pero impulsa la investigación sobre la vida de Charles Foster Kane, revelando su infancia, recuerdos y pérdidas. Desde la primera escena, el misterio de Rosebud mantiene la curiosidad del espectador y estructura toda la narrativa, convirtiéndose en un ejemplo perfecto de cómo un objeto aparentemente simple puede sostener una historia compleja.

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En Pulp Fiction (1994), el maletín dorado cumple una función similar: nunca se revela su contenido, pero genera tensión, persecuciones y conflictos entre los personajes. La fuerza del MacGuffin aquí no está en lo que contiene, sino en cómo cohesiona la estructura no lineal de la película y motiva las decisiones de los protagonistas.

Otro de los MacGuffins más conocidos son los salvoconductos en Casablanca (1942), los cuales definen el destino de los protagonistas y generan la tensión política y moral en la película. La ciudad en Marruecos es un punto de tránsito estratégico durante la Segunda Guerra Mundial, y los salvoconductos garantizan que los personajes puedan viajar libremente, pero en realidad no importan por sí mismos, sino por cómo afectan a los personajes y la historia.

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Quentin Tarantino vuelve a demostrar el poder del MacGuffin con la bolsa de diamantes en Reservoir Dogs (1992). Su valor material es secundario; lo relevante es cómo desata violencia, traiciones y conflictos, sirviendo de motor narrativo para explorar la psicología de los personajes.

Finalmente, en El Gran Hotel Budapest (2014), la pintura “Niño con manzana” conecta a todos los protagonistas y da ritmo a la historia, impulsando el robo, la persecución y el humor característico de Wes Anderson. 

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Estos ejemplos muestran que los MacGuffins mueven la trama sin que su valor real importe a la audiencia. Desde Ciudadano Kane hasta El Gran Hotel Budapest, estos objetos evidencian cómo un recurso narrativo aparentemente simple puede generar historias complejas, consolidándose como un elemento esencial en la narrativa cinematográfica.